domingo, 10 de diciembre de 2017

RELATOS DEL RINCÓN HOMÉRICO 1: EL VENDEDOR DE SUEÑOS

Tras las pisadas de una sombra el vendedor de sueños arrimaba su destartalado carrito junto a farolas de pálida luz. Y esa tenue umbría formaba universos de coraje para este héroe que proclamaba en esquinas concurridas “vendo sueños…sueños reales, sueños soñados, sueños utópicos…sueños del ayer y del ahora…sueños de pompas de jabón, y sueños metálicos como pesas de hierro… ¿alguien necesita sueños? Hoy estamos de rebaja, dos por uno. Llévese el sueño y lo paga mañana; y si no le convence no se lo cobramos…”

Todo era un ir y venir de realidades plomizas en las calles sin color.  Humbranos de todas las estirpes transitaban sin rumbo por canales de comunicación establecidos. Nadie osó salir de una vía marcada para escuchar al vendedor…nadie oía ni nadie cantaba. Todos los humbranos iban unidos por cables visibles e invisibles a pantallas luminosas. Se alimentaban de aquellas superficies virtuales que tenían atrapados sus ojos, y resplandores de verdes, azules y amarillos decoraban sus rostros de unánime expresión. Y se movían, se movían sin límite, sin entorpecerse unos a otros, porque cada uno iba encarrilado en su ranura vial del cotidiano discurrir. El vendedor de sueños observó, preguntó, indagó y claudicó… y se dijo a sí mismo, este sueño no lo tenía registrado. Lo pondré en la carpeta de “pesadillas” y con su maltrecho carrito se deslizó por un tobogán hasta la próxima realidad. 

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